Revista de flamenco CANDIL

“Candil” es una revista ilustrada de flamenco, editada desde marzo de 1978, cuyo titular es la Peña Flamenca de Jaén. Su contenido se basa, principalmente, en estudios pormenorizados de investigación sobre flamenco, ensayo y poesía sobre este arte, así como crónicas de los eventos más significativos del sector, entrevistas con artistas y expertos sobre la materia, críticas discográficas y literarias y tribunas de debate, con cuidada selección de fotografía e ilustraciones. CANDIL contiene un compendio de tratados flamencos, y es una necesaria obra de consulta para los investigadores de nuestro arte universal y otras facetas relacionadas con el mismo, una verdadera antología de la historia reciente del flamenco y una importante base para la formación del aficionado.

jueves, 30 de abril de 2020

Memoria flamenca. 96 aniversario del nacimiento de Pepe Polluelas


Pepe Polluelas, un jiennense flamenco y romántico


Rafael Valera Espinosa

(Publicado en Candil 159. Enero-marzo 2014.)

José Ruiz Pérez “Pepe Polluelas”, nació un 26 de abril de 1924, en Jaén, donde murió el 22 de febrero de 1990. Su aludido nacimiento se produjo en la calle de San Clemente para orgullo del colectivo flamenco de los últimos cincuenta años. El apelativo lo heredó de su hermano, el cual, por lo que se contaba en la zona, era un magnífico imitador del canto de las cluecas. Así, cuando Pepe cantaba, los que no lo conocían preguntaban quién era, y los que lo sabían contestaban que el hermano del “Polluelas”, de ahí la procedencia de su nombre artístico.

Su padre, sillero, solía andar por las cortijadas de Grañena, Casatejada, El Viento o Las Torrecillas, donde también trabajaba “Cardenitas” –padre de Juan Cárdenas “El Pepón”– con algunos de sus hijos, los cuales le avisaban para que arreglara las sillas de los “colonos”, como los denominaba Pepe. Con diez o doce años “Polluelas” iba con su padre por aquellos cortijos y entre parada y arreglo, cantaba la copla de “Ojos Verdes”. A menudo era tal el éxito, que los aludidos “colonos” les daban de comer y beber con dispendio inusual para la época. Su madre fue costurera y, por tres pesetas, que por aquella época era un buen jornal, bajaba a las caserías del Puente Jontoya (cercano a la capital) a ejercer su oficio. De esta guisa transcurrió la infancia y adolescencia del cantaor que se homenajea en este CD.

Pepe Polluelas (grafito de Alfonso Ibáñez)
Me comentaba Pepe “Polluelas” que su afición por el cante flamenco le vino al comienzo de la incivil guerra española, pues tres compañías cantaoras de aquellos tiempos estaban actuando en Jaén y pueblos de la provincia como Martos o Linares. Citaba con verdadera nostalgia parte de los artistas que en las mismas figuraban. Siempre comenzaba con Canalejas de Puerto Real o Pepe Marchena, para continuar citando después a Pepe Palanca (detallando que le gustaba mucho el bundle), Enrique Orozco, Pepita Caballero, Niño Ricardo, Guerrita, Antonio el de la Calza… y así hasta treinta artistas.

Joven comienza a cantar y a buscarse la vida nuestro protagonista. Sus inicios fueron por las tabernas y prostíbulos de la Puerta de Martos, en el bar “El Tropezón”, también en “Los Candiles”, “Los Claveles”, “Bar Turismo”, o en casa de Perico Oya. Junto a él, un compañero de fuerte tono, gracia, simpatía y trato afable: José Lázaro Torres “Pepe Marchenilla”. Amigo donde lo hubiere, buen intérprete de las soleares de Córdoba, y unido a él hasta la casi coincidente fecha de la muerte. También alternaba con Angelito Cobaleda, el guitarrista Simoncico, El Recovero, Juanito Romero, Canalejas el Falso, Antonio Plantón, Severiano Cortés o Tío Vicente “El Loro”, conocido este último como el “Tío de la Vaca”, el cual vivía en una cueva del “Cerrete de los Lirios”. El salario nos lo podemos imaginar.

Así y todo, los tiempos fueron trascurriendo y la fama de “Polluelas” acrecentándose. José Ruiz Pérez tuvo varias oportunidades para acrecentar sus vivencias artísticas. Juan Pérez Sánchez “Canalejas de Puerto Real” lo quiso incluir en una de las compañías que por aquel entonces formaba como empresario con Manuel Vallejo o Juanito Varea. Mas, “Polluelas” nunca se presentó a los requerimientos, lo cual produjo cierto malestar al cantaor porteño. En su lugar, Pepe siempre mandó a su amigo “Marchenilla”, el cual, junto como Pepe Azuaga, el Niño de Castro y los hermanos Manolo y Ángel Valderrama, y como primera figura el mencionado Canalejas, estuvieron actuando por numerosos pueblos de la provincia. Más tarde, ya asociado este último con Pepe Marchena y Juan Varea, fue nuevamente Marchenilla el que se marchó a recorrer ciudades y pueblos de España. Poco después, el cantaor del barrio de La Magdalena también formaría parte de una de las “troupes” de Manuel Vallejo. Ante estas negativas, “Polluelas” argumentaba que su apego a la tierra, así como el amor por su madre, impidieron que formara parte de tales compañías.

Considero que –pasado el tiempo– este recato de Pepe es atribuible a su timidez, su conformismo y el mantener que “Más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. Lo que siempre reconoció el artista es que fue Canalejas uno de los cantaores que más le enseñó, una vez que el gaditano olvidó los desplantes del jiennense. Igualmente, tuvo mecenas que facilitaron que él pudiera realizar grabaciones en Madrid, pero el intento también quedó fallido, pues, mientras se buscaban influencias y la ocasión propicia para que la casa grabadora aceptara, Pepe hubo de venir a Jaén para incorporarse al servicio militar.

Su vida artística posterior se desenvolvió por las ferias de pueblos cercanos a la capital como Martos, o un poco más lejanos como Linares. En estas ocasiones se juntaban cuatro o cinco de los artistas al comienzo referidos como compañeros, alquilaban un taxi, compraban unas botellas de vino, las cuales luego rifaban y, tras el sorteo, el cante. Después pasaban el sombrero y a repartirse unas ganancias que no llegaban ni para pagar el taxi. Contaba “Polluelas” que las fatigas eran enormes, y ponía como ejemplo cuando iban a la feria linarense, que el dormitorio era el patio de una vivienda y la cama unas mantas en el suelo. De estos tiempos siempre tenía palabras para Severiano Cortés.

Si Pepe no aprovechó las oportunidades que le brindó Canalejas, sí que formó parte de los espectáculos que montaba Juanito Torres “El Practicante” o Ramón Montes, con los que estuvo en bastantes de los espectáculos que organizaban. Más tarde, vinieron los tiempos en los que se buscaba la vida por las tabernas del “Arrabalejo”, siempre al aire del que quisiera escuchar sus evocaciones de Marchena, Palanca, El Sevillano, Cepero, El de la Calzá, etc., pero sin perder nunca su prestancia.

Acostumbraba a poner un duro en el mostrador y pedir que llenaran. Como es lógico, al final le devolvían su duro diciéndole que no debía nada, según referencias de Manolo Urbano.

José Ruiz Pérez tuvo su época en la que los aficionados jiennenses supieron captar en su totalidad la serie de matizaciones personales que su arte contenía. Fueros los socios de la Peña Flamenca de Jaén inmersos en la corriente ortodoxa del flamenco los que, a la hora de dar apoyo y calor a la persona de “Polluelas”, en su más íntimo subconsciente, incidieran en el afán de que desterrara los ecos floridos que el artista podía haber adquirido durante su aprendizaje y vivencias con las figuras que habían protagonizado la época de la “Opereta Flamenca”.

Paco Cañada (artífice de las grabaciones)
Es a partir de finales de los setenta, cuando se comienza a considerar a Pepe como un cantaor que supo guardar las esencias más puras y singulares del arte flamenco. Ya no se le pedían fandangos de Marchena, se le rogaba que cantara lo que él considerara. En estas ocasiones, él, con su sabia filosofía de la vida, una vez estudiado el auditorio, cantaba lo más adecuado para que los asistentes pudieran disfrutar.

En cuanto a su arte, hay que referir que era un cantaor ciertamente largo y conocedor de bastantes personalismos cantaores. Le gustaba iniciar sus fandangos recordando la creatividad de José Cepero con su granaína-malagueña, para seguidamente evocar a Palanca, Marchena, Antonio el de la Calzá, El Sevillano y a Pepe Pinto. Era, por otro lado, buen conocedor de los cantes mineros con matices marcheneros y singularidad propia, evocando muy asiduamente a Joaquín Vargas “El Cojo de Málaga”. Por otro lado, siempre he referido que “Polluelas” se encontraba consigo mismo, cuando cantaba por soleá, estilo este siempre amado por el artista, ya que conocía bastantes personalismos y localismos, mas siempre imperaba su matiz personal en la ejecución. Y aquí hay que resaltar su fino rebuscamiento de las letras y su pasión por el contenido filosófico como la que sigue:

A mí no m’asustao naide
ni con el hambre ni con la guerra.
Ahora quieren asustame con los
temblores de tierra.

Hay que referir que Pepe no era un cantaor de facultades, o al menos yo no lo he conocido como tal. Además, el poderío tonal no era –lógicamente– muy alabado por el artista. Y, aparte de no resaltar esta faceta, criticaba que los cantes se alargaban en demasía, ya que en su época joven se cantaba mejor añadiendo “Sin tantas voces y sin tanta
largura”.

Pero estas carentes condiciones no impedían que Polluelas abordara con profundidad y conocimiento estilos tan difíciles como la siguiriya y los cantes de fragua. La primera, con más asiduidad que los segundos y con la valentía de evocar la creatividad de Manuel Torre, y muy concretamente su cambio. Tampoco podemos dejar de citar su pasión por las saetas y la devoción a Nuestro Padres Jesús “El Abuelo”, con las que derramaba arte y entrega en el “Cantón de Jesús”. Creo que Ramón Porras llegó a componerle algunas letras como la que sigue:

Silencio que pasa El Nazareno
con espinas en la sien.
Hermosos pasos serenos
por el Cantón de Jaén.

Por último, aludir a otra faceta que acrecentaba su dimensión cantaora, la que desentrañaba el dominio de los estilos festeros. Solía comenzar con cantiñas algo apegadas a la personalidad de Pepe Marchena, para derivar a las alegrías. Pero donde más gracia expresaba era en los tangos con matices de Antonio el Chaqueta. Posteriormente, enlazaba con tanguillos del Tío de la Vaca y una serie de trabalenguas de contenido letrístico disparatado y pleno de salero flamenco, los cuales solía rematar con desangelados y desestabilizadores pasos de baile de los que siempre salía airoso para deleite de los presentes y de él mismo.

Personalismos evocados por Pepe Polluelas según Rafael Chaves:

SOLEARES: Noriega, Frijones, Talega, La Serneta, Juanillero de Marchena, Mellizo, La Andonda, Joaquín el de la Paula, Juaniquí de Lebrija y Paquirri.

SIGUIRIYAS: Manuel Torre, Tío José de Paula y La Josefa.

MALAGUEÑAS: Mellizo, Chacón y Gayarrito.

CANTIÑAS-ALEGRÍAS: Mellizo, Pastora Pavón, Manolo el Gafas, Enrique Macaca, Tío José el Águila, Tío Cabeza, La Mejorana, La Juanaca.

BULERÍAS: María la Sabina, El Gloria, Canalejas, Pinini, Macandé (Pregones) y Antonia La Peña.

FANDANGOS: Antonio El Almendro-Caracol, Antonio de la Calzá, José Cepero, La Morena de Huelva, Rojitas, Santabárbara-Canalejas y Pepe Palanca.

TANGOS: Antonio El Chaqueta, Enrique el Mellizo, Manuel Torre, Rafael Pareja, El Melu, La Pirula, Tío Vicente Loro “Tío de la Vaca”, La Cañeta y El Titi de Triana.

AIRES PERSONALES PROPIOS:
- Tango malagueño (“Calabacín, calabazón…”).
- Tango gaditano (“Esta flamenquita a mi cuerpo…”).
- Bulerías de Jerez (“Joselito el Barquillero…”).
- Juguetillos (“Quítate del sol que te quema…” y “Un águila palomera…”).
- Fandangos (“Bajó mi pare y a mí me abrió la puerta…”).

Antonio Anguita Ayala, Paco Reyes, Rafael Valera y Paco Cañada
Video sobre la vida de Pepe Polluelas (autor: Fran Armenteros: https://youtu.be/-Gn1dhu2da0).

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